sábado, 7 de enero de 2012

GARROCHISTA CUBANO SUEÑA EN ALTO CON LONDRES-2012/AIN

 Distinguido por la Federación de Periodistas Deportivos de América -también conocida por las siglas AIPS-, como mejor atleta del continente en 2011, el pertiguista Lázaro Borges Reid no pudo alzarse con igual lauro en Cuba. Borges Reid tuvo que conformarse con el premio anual concedido en su natural provincia de La Habana, aunque encabezó el listado de los 10 mejores de la isla caribeña.

   En 2005, con apenas 19 años, regaló primeros destellos al rebasar la altura de cinco metros; en 2006, sobrevoló los 5, 30 metros; un año más tarde sonreía sobre los 5, 50, y en 2008 implantó récord nacional, al empinarse por encima de los 5,70, no obstante la precariedad de los implementos, en deporte elitista por lo costoso.
   Pero 2011, sin dudas, resultó consagratorio para Lázaro Borges, al conquistar la cima en los XVI Juegos Panamericos en Guadalajara, México, con 5,80, y sobre todo por el formidable vuelo conseguido en el Campeonato Mundial de Atletismo, en Taegu, Corea del Sur. Allí se agenció la plata con igual registro que el polaco Pawel Wojciechowski, monarca de la lid, ambos con 5,90 metros.
   Tal fue el revuelo desatado por el joven de 26 años de edad, que una leyenda viva de la especialidad y del atletismo universal, el mismísimo Serguei Bubka, se atrevió a augurar que veía en Borges al primer atleta de raza negra con posibilidades de alzarse más allá de los seis metros.
   Borges agradece elogios y cumplidos. Confiesa que ha sido hermoso palpar el cariño y reconocimiento populares, pero revela que estos entrañan nuevos compromisos de cara al actual año olímpico.
   Manifiesta que falta mucho por andar, y señala que tiene como principal objetivo estabilizar los saltos entre 5,80 y los seis metros.
   También admite que está decidido a luchar contra su principal enemigo: la ansiedad, aunque afirma que para ello cuenta con virtudes como esmero y voluntad.
   Lázaro Borges Reid siente especial gratitud hacia su familia y su entrenador Rubén Marcelino Camino, testigos de cada sacrificio, apoyo durante cada accidente o caída, y cómplices en cada alegría y resultados.

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